miércoles, 8 de enero de 2014

"Objetividad. La clave es la objetividad."
Le digo en mi sueño despierto a estos chicos con cara desconocida, sentados a mi alrededor tomando birra.
Ser objetivo se logra siendo sincero. Con uno mismo, y a partir de ahi, con el resto de las personas que te rodean. La sinceridad permite pedir disculpas. El perdón, implica admitir que fue uno quien cometió el error. Que no es perfecto. Que a pesar de todo, hace cosas mal. Saber ver el error propio y pedir perdón implica reconocerse como ser humano, totalmente asimétrico y en perfecto desorden. 
La objetividad, la sinceridad y la capacidad de reconocer fallas propias, son las que permiten que la mejora sea posible. Estar en condiciones de ver en qué aspectos uno tropieza, hace que sea más sencillo guiarse hacia el camino correcto. 
La objetividad puede verse afectada por determinados factores o situaciones en las cuales uno se pierde, se nubla. No implica que esto sea un momento. Pueden ser días, meses, en el peor de los casos, años. Perder la objetividad es atarse una venda en los ojos, y caminar en línea recta vaya uno a saber hacia dónde. Los riesgos de dársela contra la pared, caer, golpearse, en fin, herirse, son altísimos. No hay evolución ni crecimiento personal (e interpersonal) posible de esta forma. La falta de objetividad es peligrosa. Puede inducir a estados de omnipotencia en los cuales la persona realmente cree tener el total control de la verdad y de lo que pasa a su alrededor. No hay nada más peligroso que un humano creyendo tener siempre la razón.
Puede darse el caso contrario, en el cual el humano puede perder la objetividad al punto de convencerse de no tener control, ni verdad, ni razón en, basicamente, ningún aspecto de su propia existencia. Suele venir acompañado de otros sentimientos negativos que inducen a la persona al estancamiento y autocastigo. 
Para fomentar la objetividad personal, es necesario buscar un entorno objetivo, sin aduladores, ni pesimistas. El entorno saludable es aquel que sabe dar la palmada en la espalda cuando uno hace algo bien, y el cachetazo en la mejilla cuando lo hace mal.
Nada indica que ser objetivo conlleve a la perfección, a la elección siempre correcta, o incluso a la plenitud. Puede seguir equivocándose, fallando, y teniendo momentos de infelicidad. Pero siempre se sabrá de antemano el resultado de nuestras acciones.
Una vez trabajada la objetividad con respecto a ellas, el próximo paso será aplicarlo a nuestras elecciones. 
"Y ahi es cuando todo se vuelve un re quilombo"
Risas, y una Brahma fría. 

No hay comentarios: